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domingo, 1 de septiembre de 2013

Malvinas: Londres busca romper el apoyo de la región a la Argentina

El Reino Unido envió un buque de la Royal Navy a Jamaica, con la excusa de intervenir en acciones humanitarias ante desastres climáticos. La cooperación exige a cambio reconocer el derecho a la autodeterminación de los isleños.

Todo comenzó cuando la fragata de guerra británica HMS Lancaster recaló en el puerto de Kingston, capital de Jamaica, a principios de agosto. Los principales diarios jamaiquinos –The Observer, The Gleaner, The Star– consignaron en sus páginas la llegada al país del buque, con una tripulación de 100 hombres, que forma parte de la Fuerza de Tareas de Patrullaje del Atlántico Norte de la Royal Navy y actúa en coordinación con la Guardia Costera estadounidense.


 En su contacto con los periodistas locales, el comandante de la fragata, Steve Moorehouse, comentó que una de las funciones del navío era intervenir ante eventuales desastres climáticos que pudieran afectar a la región durante la temporada de huracanes del Caribe, que se repite entre junio y noviembre de cada año. El arribo del Lancaster tuvo bastante espacio en los diarios: al llegar a la terminal portuaria de Kingston, el comandante británico contó que la fragata había interceptado a un yate y una lancha rápida con un cargamento "considerable" de marihuana, cocaína y heroína.
La aparición de un buque de guerra británico en el Caribe oriental podría haber quedado en eso, en un hecho esporádico y sin implicancias políticas ni diplomáticas. Las autoridades del barco contaron que el objetivo del viaje era realizar patrullaje marítimo para contribuir a la lucha contra el narcotráfico y la inmigración ilegal en la región. Sin embargo, la presencia del buque abrió un interrogante para la diplomacia argentina acerca de cuáles eran los objetivos secretos de una gira de esas características. La respuesta es pública y figura en el sitio web del Foreing Office, donde se fija como una de las prioridades de la política exterior obtener el apoyo de esos países al derecho a la autodeterminación de los habitantes de las islas, un criterio que la ONU rechaza. 
Las prioridades de la misión del Lancaster habían sido establecidas en Miami, en una "reunión de inteligencia" en conjunto con la Guardia Costera estadounidense, brazo auxiliar de la US Navy. Se pudo saber, además, que la misión del Lancaster en las aguas del Caribe había comenzado en mayo y que seguirá hasta diciembre, cuando será remplazado por el Wave Knight, un buque de aprovisionamiento rápido de la Flota Auxiliar británica.
Como cada vez que un buque de guerra británico se acerca al continente americano, la diplomacia argentina siguió con interés los movimientos del Lancaster. Pero empezó a prestarle mucha más atención, a dedicarle más tiempo, cuando los responsables de la fragata contaron que otro de los objetivos de la misión era brindar asistencia a comunidades vulnerables. En concreto, los oficiales de la Armada Real explicaron que se proponían ofrecer asistencia humanitaria, participar en misiones de búsqueda y rescate, y distribuir alimentos a través de un helicóptero. La información que trascendió aseguraba que los miembros de la tripulación llevarían adelante esas acciones en tándem con la agencia de cooperación internacional del gobierno británico (Department for International Development, DFID).
La gira del Lancaster había comenzado en Bermuda, Islas Caimán, Islas Vírgenes británicas, y otros pequeños archipiélagos del Caribe, y seguiría luego en Puerto Rico. La aparición en escena del DFID llevó a que los representantes de la diplomacia argentina en el Caribe comenzaran a revisar la información del organismo que el propio gobierno británico exhibe en sus portales de Internet. Así llegaron al Plan Operacional para el Caribe del DFID correspondiente al período 2011/2015: a través de esa iniciativa Londres promete destinar 75 millones de libras (116 millones de dólares) para una serie de acciones dirigidas al desarrollo económico, seguridad y cuidado del medio ambiente en Jamaica. 
La estrategia de acercamiento hacia las ex colonias del Caribe y América Central queda en evidencia al examinar los sitios web de las embajadas británicas en Barbados, Trinidad y Tobago, Surinam y Belice. Allí puede comprobarse cómo Londres ofrece financiar proyectos de hasta 30 mil libras que apunten a agregar valor a la producción local, que prevengan la contaminación, y promuevan la apertura de la región al comercio y a reformas que faciliten un esquema abierto para los negocios. Los proyectos están destinados a individuos, ONG y empresas de Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Belice, Dominica, Guyana, Jamaica, Santa Lucía, Surinam, Trinidad y Tobago, entre otros países.
Pero la oferta de ayuda humanitaria con personal militar británico cumpliendo tareas sociales (los diarios de Jamaica mostraron a los tripulantes del Lancaster limpiando un cementerio) y la asistencia económica que surge de las embajadas del Reino Unido, tiene su contrapartida. Como lo pudieron comprobar los representantes de la Argentina en la región, el Eastern Caribbean Network (Red del Caribe Oriental) del Foreign Office, a través de su programa regional para 2013-2014, delinea una lista de prioridades para la región en materia de cambio climático, derechos humanos, cooperación y eficacia en materia de seguridad y lucha contra el delito y la inmigración ilegal y desarrollo económico. Junto de esas prioridades, ese programa advierte, desde su sitio en Internet, que estos proyectos están relacionados con los objetivos globales del gobierno británico. Y justo en ese punto remite a 
otro link, el del propio Foreign Office, en el que se enumeran las prioridades la política exterior de Londres. En este último sitio (<https://www.gov.uk/government/topics/foreign-affairs>) aparece  la lista de prioridades, en el segundo lugar, el siguiente objetivo: "apoyar al derecho de los 'Falkland Islanders' a su autodeterminación, a mantener la seguridad y la soberanía". 
Aunque todo esto esté ocurriendo a miles de kilómetros de distancia, la Argentina observa con atención los movimientos de Gran Bretaña en el Caribe. En la Cancillería saben de sobra el papel estratégico que cumplen los países caribeños en medio de la disputa por la soberanía de las Malvinas. En los últimos años esa zona del continente se convirtió en estratégica para la diplomacia argentina. Eso explica por qué se reabrió la embajada en Barbados, por qué se estrenó la de Santa Lucía, por qué el canciller Héctor Timerman asiste a cada reunión del CARICOM, por qué el vicecanciller Eduardo Zuaín concurrió a la cumbre de otra asociación, que agrupa a los países ubicados en el Mar Caribe, y se entrevistó con todos los cancilleres del Caribe anglófono. Hasta ahora, en los bloques regionales (CELAC, Unasur, CARICOM), la Argentina fue apoyada en su reclamo de soberanía sobre  Malvinas. Algunos países caribeños, los más cercanos al resto de América Latina, reconocieron las islas como argentinas; otros convocaron a las dos partes a sentarse a negociar, el mandato de Naciones Unidas que Londres se empeña en desconocer. 

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